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Sus inicios

Fran, EA8EX (SK) > Acordeón


Mis primeros recuerdos musicales en casa se remontan a la televisión, en la que nos teuníamos mis padres, mis abuelos, mi hermano y yo, a ver óperas y zarzuelas en la TV. Visualmente me parecían muy tediosas, pero me encantaba escucharlas. Es una pena que recuerde apenas a mi abuela paterna, la pintora Juanita Dorta, porque era también pianista y organista. Me recuerdo a mí mismo dando porrazos en su piano de Tacoronte cuando tenía 2 o 3 años, pero no la recuerdo tocar a ella. Quizá nunca tocó delante de mí, o quizá sí y no alcanzo a recordarlo... el caso es que nunca la escuché, y es una lástima. Todo el que la escuchó dice que tenía un gusto musical exquisito y tocaba con suma agilidad.

A mi padre le encantaba tanto la música que, poco después de casarse, aprendió a tocar el órgano electrónico. Compró un gran órgano que aún conservamos en casa: un Hammond Aurora Classic como este de la foto de al lado. Además era un muy buen armonicista... tocaba tanto la armónica diatónica -o de blues- como la cromática (con semitonos), y llegó a hacer acopio de una buena cantidad de armónicas, muchas de ellas históricas, a modo de colección.

Tras su prejubilación en CajaCanarias a finales del año 2000, mi padre comenzó a asistir al local de  ATECCA (Asociación Teide de Empleados de CajaCanarias) y se enteró de que allí podría recibir clases de acordeón. Me preguntó si me importaba que utilizara aquel acordeón que me habían dejado unos Reyes Magos, y le dije que en absoluto... Es más, ¡Me parecía genial! No sólo porque mi padre se mantendría entretenido -aunque no le faltaba actividad, porque después de retirado paraba menos por casa que cuando trabajaba en activo, ya que podía dar rienda suelta a sus aficiones- sino porque aquel acordeón empezaría a usarse habitualmente (yo estaba liado entre trabajo, estudios y música) y dejaría de estar arrinconado.

Pues no se contentó con aprender a tocar -en sus últimos meses llegué a escucharlo tocar con asombrosa habilidad para el poco tiempo que llevaba estudiando-, sino que su mente inquieta, ávida de información, profundizó en las membranas, fuelles y lengüetas que hacían sonar aquel instrumento... adquirió herramientas especiales para hacer sus 'pinitos' en casa, y comenzó a investigar la historia del instrumento en Canarias.

El resultado lo plasmó en un libro... Canarias: el Acordeón y su cultura. De todos los libros que recuerdo que comenzó a escribir, este fue el único que finalizó, editó él mismo en formato electrónico, registró con número de ISBN y distribuyó personalmente.

Mi padre lo distribuía él mismo, grabado en un miniCD y entregado en mano o enviado por correo. Hoy es un placer para mí poder volver a poner el libro en circulación, ya que, desde que mi padre (que era el editor) falleció, el libro permaneció guardado en formato digital y dejó de distribuirse. Espero que les guste y lo disfruten la mitad de lo que lo he hecho yo.

 
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